lunes, 14 de noviembre de 2016

PREVIO A LA NAVIDAD DE 2016



Estamos charlando como hacemos los jueves cerca del mediodía y no doy crédito, de nuevo, al hecho de que ya casi es Navidad. Otra vez Navidad.
Se me retuercen las tripas de emoción navideña y quisiera ponerme un disfraz de Papá Noel para poder ser gordo y volar en una carretela, desapareciendo en la penumbra al son de los cascabeles y riendo cocacolesco en mi jojojó!
Pero no es cierto. Hoy que ya tengo treinta, no me hace tanta gracia la navidad, más bien me resulta curioso cómo desde el primero de enero hasta el día en que ponen las guirnaldas de plástico metalizado en las góndolas del átomo, me siento, año a año, como si viviera en un pedo de vino tinto y me despabilo ahí: en la góndola, suspirando y diciendo "de nuevo Navidad, che, ¿cómo fue tu año?"
Me lo pregunto a mí mismo "¿Cómo fue tu año?"
Y como no me quiero responder nada me hago el sentimental y acaricio las guirnaldas y planifico si quisiera que las decoraciones fueran en dorado, en rojo, en azul, en blanco (para dar la ilusión necesaria de navidad invernal).
Esta mañana tiene una cosa de particular y es que me levanté hace una hora con una certeza determinada de algo que sé hacer y que no estoy seguro de si decirselo o no. Nunca me di cuenta bien del interés que ésta tiene por las cosas que le cuento. Así que dejo que ella hable.
Me dice que de todos modos ya estaba cansada, con las pelotas por el suelo. Que después ve si a la Juanita María se la deja ella, o él, o hacen fifti-fifti con la tenencia. Todo eso sin tapujos ni filtros, a mí me lo puede contar, soy el amigo puto.
La mujeres se pueden sacar la máscara cultural con el amigo puto, para eso estamos, para que dejen de hacerse las correctas y se aflojen el brasier.
Ésta a veces no solo se afloja el brasier, a veces me parece que se va de mambo. Pero no voy a decirle nada. Todavía no.
Entonces sigue hablando.
Me paro, voy hasta la cocina, abro una puertita del bajomesado y vacío el cenicero en el tachito. Corro la cortina de la ventana del comedor, ya me parece que está apestada. Me la banco. Yo fumé tanto en la casa de ella. Fumamos juntos, incluso cuando estaba embarazada. Decía que era mejor que fumemos porque cuando estás embarazada de un bebé que no querés tener, por más mocos que hagas para perjudicarlo, por más veintes que te fumes, por más merca que te tomes, por más todo, el bebé nace y capaz hasta más sano que nadie. Yo nunca estuve de acuerdo, igual, lo único que hacíamos era fumarnos uno que otro pucho, lo de la merca es mentira para darle un toque de decadencia al relato.
Me está preguntando ahora si vi lo que pasó en facebook con su hermana y la novia del ex de su hermana. Le estoy diciendo que no, que no lo vi. Que me cuente todo, que me muero ya mismo muerta por que me lo cuente en detalle.
Por supuesto que asumo que soy de esas personas que se aprenden estas formulas para conversar: "No me digas, ¿en serio?, contame todo" y cruzo una pierna sobre otra, apoyo la cara sobre los dedos, miro a los ojos y cuando parece que la persona va a iniciar el desarrollo salgo por la puertita de atrás de mi cabeza y me voy a mierda.
No sé escuchar. La única que lo sabe es mi mamá. Porque ella tampoco sabe escuchar. Y es divertido, es nuestro secreto. Los demás se comen el viaje de que los estoy escuchando.
Igual algo escucho.
Y le dice la mina, vos no te metás en mis comentarios chorra, con razón... Pará, te tengo que contar algo antes de que me olvide.
Ya fue, se lo voy a contar. Me secó la mente.
Puedo hacer esto, mirá, lo descubrí esta mañana cuando me levanté.
Y como una cosa de la nada paso del sillón en frente de ella a la vereda y le asomo la cara, desde afuera, por la ventana abierta.
Vení, le digo.
Se asoma, me mira parado ahí y como de un plumazo me esfumo y me materializo en la otra cuadra. Desde allá la saludo con la mano y me desaparezo para aparecerle al momento por detrás. Le toco el hombro con el dedo y le susurro "¡Che!"
Boludo, me asustaste. Se ríe.
¿Qué te parece lo que descubrí que puedo hacer?
Se sienta y sigue con el drama de la hermana en facebook, enfrascada, divertida, preocupada. Termina el comentario. Me dice que tiene que pasar por la casa del Matias a ver si ya se le pasó un poco la boludez y pueden hablar de qué van a hacer con la Juanita, ya son cerca de las doce y veinte.
Le pregunto si quiere que la acompañe, por lo menos hasta la otra esquina, así de paso compro para hacer ensalada.
Caminamos, le digo algo corto sobre el conflicto de facebook. Me da un beso y se va.
Entro, elijo dos tomates perita (casi todos están machucados y arrugados y lo mismo valen cuarenta pesos el kilo), una lechuga repollada y me doy cuenta de que ya llegaron los budines fantasía de sabor limón, típicos budines navideños. Miro el precio, veinte mangos.
No están tan caros este año. Me alegro por eso.


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