jueves, 31 de mayo de 2018

El ADN de las uvas

Una vez vi en un documental que nuestro proceso de gestación reproduce todo el ciclo evolutivo de la vida en este planeta, desde ser una célula hasta convertirnos en humanos. Pasando por los reptiles, los mamíferos, etc.
Quizás por eso ahora que hace frío y es invierno solo queremos hibernar y comer cosas densas, tal como lo hacen algunos animales. Se me ocurrió porque pienso que es un verdadero acto de crueldad hacia uno mismo tener que someterse al frío de la calle para ir a trabajar. Y encontrarte con que a todos les pasa lo mismo y solo quisieran estar en casa abrigados, en la cama, con un libro o una película o una serie de Netflix.
Sin embargo hay otra parte más ruin que se encuentra en el curpus de vilezas que nos hace ser seres humanos y soportamos esas cosas como sentir los pies helados pero saber que, al menos, te pusiste tus mejores zapatillas para salir a la calle, las únicas que tenés que te hacen sentir no tan pobre o feo, aunque sean zapatillas para correr y estén hechas de una tela permeable y ventilada.
Un enólogo me dijo (creo que es lo único que realmente resonó en mí de todo lo que dijo), al preguntarle yo cómo era posible que los catadores adviertan sabores y aromas de diferentes frutas en los vinos (cosa que para mí era el chamullo ficticio más elegante que se podía hacer en torno al sabor de tal bebida), me dijo que las uvas, al igual que todas las frutas, poseen en su adn información sobre los aromas y sabores de todas las frutas que existen (lo del adn creo que es mío) pero que predominan ciertos rasgos por sobre otros y que, al atravesar el proceso de "vinificación" esa información puede alterarse, por eso los sensibles a esos datos pueden inferir que tal Malbec tiene perfume de ciruelas o naranjas.
Luego llego a pensar en esa máxima hermética de que "todo está en el todo y en todo está el todo".
Me pregunto por qué me toca a mí hacer estas relaciones mentales y lamentarme. Por qué soy yo el que desea desagregarse, hibernar. Por qué yo me estoy dando cuenta de que dentro tengo una bacteria, un helecho, una serpiente y un oso.
Por qué, me lamento, me siento parte de lo que somos toda la humanidad y a la vez deseo entender por qué me siento parte de una cosa que no puedo entender, que no puedo poner en palabras pero que me urge y me llama y me invita dulcemente al silencio, al espacio fuera de todos los espacios del mundo, a vivir la eternidad que significa un sostenido punto de nada en una hora que no alcanza a marcar ningún reloj y que, sin embargo, atraviesa cada momento y se escabulle. Por qué se me hace difícil y siento que es más fácil que sea difícil, que quiera yo solo estar acostado y a un tiempo quiera levantarme, echarme a seguir sosteniendo esas mentiras de las que nos vamos agarrando día tras día, esas pequeñas mentiras que nos susurramos a nosotros mismos y sabemos que son mentiras pero que también sabemos que son la única verdad que podríamos, por ahora, decirnos.

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